domingo

En un mundo ideal, las situaciones más cotidianas no tendrían trascendencia, podríamos disfrutarlas aunque partieran de la casualidad y de la sorpresa ¿Quién no se alegra de encontrarse con alguien que hace tiempo no ve o de descubrir en el bolsillo de la chaqueta un billete que dabas por perdido? Este fin de semana me ha dado por pensar la probabilidad de las casualidades.
¿Qué probabilidades hay con encontrarte con un ex en la estación de tren? Sabemos que el año tiene 52 fines de semana aproximadamente, que en un día Renfe ofrece 23 trenes a un mismo destino y que en cada trayecto viajan unas 500 personas. Al igual que la metamorfosis de una mariposa puede ofrecer una probabilidad del 12% en conseguir sobrevivir hasta el momento de echar a volar, tengo la sensación que ambos hemos estado preguntándonos si nos encontraríamos al otro en el andén. Seguro que buscando excusas de reflejo para que el tema de conversación parezca natural por si se daba el caso de patentar que nos da igual lo que nos pase sabiendo ambos que no es así.
En un mundo ideal, nos alegraríamos de vernos, nos iríamos a la cafetería a ponernos al día sin esperar nada o esperándolo todo.
No sé si es normal que tenga la sensación de que el punto y final que parecía estar escrito en mi última relación, siga sabiendo a punto y seguido... y aunque estoy convencido de que eso solo parte de mí, lo único que busco es poder disfrutar con la naturalidad la cercanía que ya hemos compartido.

Hasta mañana.

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