lunes

Hoy es el día de mi cumpleaños, 37 años para ser exactos y no me gustaría repetir letras como otros autores que siempre revisan su pasado para verificar que su plan de ruta no se ha cumplido, que la carga de fracasos supera a la de éxitos y que ya es tarde para mejorar. Yo no pretendo innovar en lo que ya se ha contado pero sí mostrar mi deseo de recorrer lo que resta de vida como una suma. Vivir que dicen algunos y no lamentar lo ausente. No es que me haya vuelto positivo, no lo soy, no nos engañemos. Sino que el seguir adelante solo puede tener una dirección y esa no debe convertirse en frustrante sino en esperanzadora. Mejor ser positivos con toques de realismo que negativos con toques depresivos ¿No?

Postdata: Soplar las velas solo, no es buen comienzo pero si pensamos en la primera y solitaria visita al asteroide Gaspra de la sonda espacial Galileo en 1991, me siento mejor. Nada tiene que ver una cosa con la otra pero de las dos situaciones seguro que aprendemos algo.

Hasta mañana.

domingo

El frío ya llegó, dicen los telediarios. Una masa de aire polar se instala en la península bajando la temperatura y creando el entorno propicio para que la nieve se deje ver en cotas bajas.
Me pregunto con desgana si como muchos de nosotros, dejamos en algún momento de sentir ese frío interior con sabor a soledad. Salinger en su novela más conocida muestra muy bien, entre otras cosas, lo difícil que es comportarse frente a esa soledad adolescente que estoy seguro que algunos de nosotros también hemos tenido. A mí me gusta pensar mejor que la soledad es como ese acto de valentía que ayuda a conocerse más a uno mismo. Por ejemplo, en Bajo el Sol de la Toscana, qué por cierto protagonizó el hijo de Salinger, la vida rota por un desengaño lleva a una maravillosa Diane Lane a dar un giro en su vida para conocerse mejor aprendiendo a desenvolverse ante las dificultades de la soledad.
¿Qué mejor consuelo que un buen abrigo para este frío? No dejemos que los escalofríos sean los síntomas del desespero y empecemos a darnos cuenta que el único calor que necesitamos es el que nosotros mismos somos capaces de proporcionar.

Hasta mañana.

martes

¿Y si me fuera a San Antonio, Texas?
Necesito aprender inglés y como no me empuje al vacío del sobreesfuerzo, no creo que lo vaya a conseguir. Cambiar Madrid por Estados Unidos no es fácil. Siempre he pensado vivir en Manhattan pero el precio por metro cuadrado y de vida no es asumible por un españolito de a pie. Así que si el camino se corta a causa de encontrar un acantilado, mejor empezar a construir un puente ¿No?
No sé si os pasa a vosotros pero si escucho Texas no veo más que diferencias con una sociedad fácil en la que convivir pero ya son tres amigos los que se han ido a vivir allí. Su perspectiva es totalmente fiable y eso me ofrece tranquilidad a la hora de soñar con el atrevimiento.
La siguiente pregunta es ¿Qué puedo ofrecer yo a Texas para que me deje vivir allí? y quizá ese sea el verdadero problema. Aún no sé cuál es mi valor añadido.

Hasta mañana.

domingo

En un mundo ideal, las situaciones más cotidianas no tendrían trascendencia, podríamos disfrutarlas aunque partieran de la casualidad y de la sorpresa ¿Quién no se alegra de encontrarse con alguien que hace tiempo no ve o de descubrir en el bolsillo de la chaqueta un billete que dabas por perdido? Este fin de semana me ha dado por pensar la probabilidad de las casualidades.
¿Qué probabilidades hay con encontrarte con un ex en la estación de tren? Sabemos que el año tiene 52 fines de semana aproximadamente, que en un día Renfe ofrece 23 trenes a un mismo destino y que en cada trayecto viajan unas 500 personas. Al igual que la metamorfosis de una mariposa puede ofrecer una probabilidad del 12% en conseguir sobrevivir hasta el momento de echar a volar, tengo la sensación que ambos hemos estado preguntándonos si nos encontraríamos al otro en el andén. Seguro que buscando excusas de reflejo para que el tema de conversación parezca natural por si se daba el caso de patentar que nos da igual lo que nos pase sabiendo ambos que no es así.
En un mundo ideal, nos alegraríamos de vernos, nos iríamos a la cafetería a ponernos al día sin esperar nada o esperándolo todo.
No sé si es normal que tenga la sensación de que el punto y final que parecía estar escrito en mi última relación, siga sabiendo a punto y seguido... y aunque estoy convencido de que eso solo parte de mí, lo único que busco es poder disfrutar con la naturalidad la cercanía que ya hemos compartido.

Hasta mañana.
Desde que estoy en Madrid voy a correr al Retiro, es lo que tiene vivir a 300 metros del parque. Quien me conoce sabe que no tengo un cuerpo 10 ni que haya destacado en el deporte. Más bien delgadito (cuerpo de 4), algo desproporcionado y con una cabeza apepinada que bien puede parecerse a la de Stewie de Padre de Familia. Para que te hagas una idea, mientras escribo estas letras me estoy comiendo una galleta. Muchas en realidad. No descuido mi alimentación pero me relajo con el estrés. Y aunque sé que es un error, voy a correr para "corregirme".
El tema es que la gente es perfecta y no lo digo por decir, no veo a nadie que corra que se parezca a este mindundi que os escribe. No entiendo que es lo que pasa. Cuerpo musculosos con bíceps imposibles y relajados mientras entrenan, yo muero en cada paso. Sus cuerpos normativos me generan envidia.
Lo interesante de ser una persona normal como yo es que puedes pararte a mirar a los demás sin que se den cuenta, invisible y sin intenciones sexuales (bueno alguna vez disfruto del paisaje). Con este superpoder me gusta mirar cómo se comportan los demás y en estos meses de sudor y kilómetros veo que la gente liga mucho. Tienen ese don de la conversación inicial que dos personas desconocidas deben saltar para luego entablar una conversación de verdad. Desde la distancia de la invisibilidad uno no puede saber siempre qué es lo que dicen pero imagino que como bien me pasó en Nueva York una vez que estaba tomando algo en una mesa, en la fila del baño, dos chicas que llegaron a la vez desde puntos distintos, tras esperar unos cinco minutos, comenzaron a hablar de por qué la fila no avanzaba. - Qué pasa allí dentro, dijo una, la otra entre risas comentó, - Mientras esperamos ¿Nos tomamos un café? Y se sentaron mirando a la puerta, riendo sobre lo divino y lo humano, con un café y compartiendo unas horas con alguien que acababa de conocer. Y eso es maravilloso.

Hasta mañana.

jueves

Puente y lo único que quiero es estar en casa. Utilizo el título de la película de Barbra S. o la canción de Aute, What's Up, Doc?
Debe ser cansancio o aburrimiento o ambas a la vez. Es un problema que debo solucionar así que he pedido ayuda y esas estamos. Medio con cuerpo y alma intentando comprender que el equilibrio es el fin de toda esta locura enfrascada entre neuronas muertas y palpitaciones marchitas. 
Menudo victimista estoy hecho. 

Hasta mañana. 

sábado

El metro de Madrid es cuanto menos un submundo del que mejor no enamorarse ¿No crees?
Durante esta semana me ha tocado utilizarlo con demasiada frecuencia y ha generado un desazón importante ya que saber las direcciones que uno debe tomar haciéndote perder el norte me han desconcertado mucho. Subidas y bajadas, giros inesperados y escaleras interminables han mostrado un Madrid que desconocía.
Supongo que en toda gran ciudad es igual, pero me ha gustado y disgustado como nos comportamos ante este transporte que democratiza nuestro destino.
He sobrevivido estando más cerca de un ser humano que en los últimos 4 años, 5 personas aglutinadas en un metro cuadrado es horrible. He podido sacar del ámbito digital a personas que sigo en Instagram, por supuesto no les he dicho nada, pero ha sido curioso. He descubierto bibliotecas y a muchos lectores, lo que es muy agradable. Pero lo más interesante es que encima de todo esto existe una ciudad de la que es mejor enamorarse. Salir y encontrarte con una personalidad arrebatadora es siempre mejor que caminar entre caminantes con techo cubierto.
Madrid enamora por su Retiro, la casa de Cervantes, sus Mercados, y edificios monumentales, sus museos, por sus churros o por la historia que cada acera enseña. Así que es mejor enamorarse de lo que hay fuera que de lo de dentro. ¡Ups! espera, esto era al contrario. En este caso, no.

Hasta mañana.



La política del trabajo es agotador. De nada sirve el esfuerzo y la eficiencia si no se te da bien la política en el ámbito laboral. 
El tratar de vender tu forma de trabajo y mostrar que los cambios son lo que necesita la desastrosa gestión anterior, termina agotando hasta al "conejito de Duracell".
Nunca se me ha dado bien los tejemanejes de las personas que carentes de talento intentan vender un trabajo mal hecho. Y detesto a las personas que manipulan al resto para que piensen que el poder parte de ellos. 
Durante estos seis meses he trabajado duro y por la dirección que ahora se percibe de mi trabajo parece que no lo estoy haciendo del todo mal. Aun me queda por hacer. En la transformación me había dado 8 meses para que los resultados puedan andar solos y estamos en la recta final, pero en este camino de cambio que aparenta sencillo, lo más difícil ha sido tratar con personas que intentan desestabilizar la humanidad de los trabajadores que le rodean y que trabajan para mí. 
"Malversar" con la información para tratar de que el cliente dude de tu trabajo es, cuanto menos, de una insensatez suprema si los resultados te avalan. 
Y pensarás, ¿Y qué quieres decir con todo esto? Pues sencillo, estoy cansado de estos juegos y creo que quiero de nuevo un cambio. Tengo una oportunidad pero por ser fiel a mí mismo (y sé que es una estupidez) voy a rechazarlo para terminar bien esta primera aventura tal como me prometí. Un trabajo hecho a medida. No pienso dar poder a quien no se lo merece y voy a demostrar que cada uno recibe un lugar en la empresa según su profesionalidad. No dejando que los que hacen daño, se queden.







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